Casi uno de cada cinco adultos estadounidenses (aproximadamente el 20% de la población) padece algún tipo de enfermedad mental. Y, sin embargo, a pesar de su prevalencia, sigue existiendo un estigma generalizado en torno a las enfermedades mentales en muchas culturas modernas.
¿Cómo es el estigma de la salud mental?
La estigmatización de las personas con enfermedades mentales adopta formas muy diversas, desde actitudes negativas hasta trato diferenciado y discriminación absoluta. Aunque la experiencia de estigmatización de cada persona será diferente, he aquí algunos ejemplos de cómo puede manifestarse:
Perpetuación de estereotipos o prejuicios nocivos sobre las personas que padecen enfermedades mentales (por ejemplo, que son violentas, impredecibles o que sólo actúan para llamar la atención).
Negativa de propietarios o empresarios a ofrecer vivienda u oportunidades de empleo a personas con enfermedades mentales.
Atención de peor calidad para sus problemas de salud física por parte de los profesionales sanitarios
Trato insensible o falta de comprensión por parte de amigos, familiares o conocidos.
¿De dónde viene el estigma de la salud mental?
Como ocurre con la mayoría de las formas de estigmatización o discriminación, el estigma que rodea a los problemas de salud mental tiene su origen en la falta de conocimientos sobre qué es una enfermedad mental y cómo funciona. Mucha gente sigue creyendo que la enfermedad mental es una elección, o que las personas con enfermedad mental son agresivas e inestables.
Es más, los medios de comunicación y el mundo del espectáculo suelen alimentar estos estereotipos presentando a personajes con enfermedades mentales como locos o peligrosos en programas de televisión y películas. Estas conexiones se ven reforzadas por la sensacionalización de las noticias que tienen que ver con delitos cometidos por personas con enfermedades mentales (a pesar de que las investigaciones han demostrado que las personas con enfermedades mentales tienen más probabilidades de ser víctimas de delitos que autores).
Consecuencias de los estigmas de salud mental
El estigma de la salud mental es especialmente insidioso porque puede ser interiorizado fácilmente por la persona que lo sufre. Si a una persona se la trata continuamente como si fuera inadecuada o indigna, puede llegar a creerlo ella misma. Esto, a su vez, puede dar lugar a una reducción de la esperanza y la autoestima, al aislamiento y al empeoramiento de sus síntomas psiquiátricos. Además, si esa persona llega a esperar un rechazo o un trato discriminatorio, puede ser menos probable que busque atención o trabaje para conseguir oportunidades que podrían mejorar su vida.
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