La falta de vivienda asequible y el aumento del número de personas sin hogar están cada vez más interrelacionados con la creciente crisis de salud mental y trastornos por consumo de sustancias en comunidades de todo Estados Unidos. Representa una crisis compleja que afecta a comunidades de todo el mundo.
Entender la crisis
Escasez de viviendas asequibles
Hay una grave escasez de opciones de vivienda asequible en todo el país. Según la National Low Income Housing Coalition, sólo hay 37 viviendas de alquiler asequibles y disponibles por cada 100 hogares de inquilinos con ingresos extremadamente bajos. A medida que los costes de la vivienda y los alquileres siguen superando a los salarios, aumenta el número de hogares que pagan más del 30% de sus ingresos por la vivienda, lo que dificulta la satisfacción de otras necesidades básicas.
El aumento de los sin techo y sus consecuencias
La falta de vivienda no es sólo falta de cobijo. También implica una falta de seguridad, privacidad y las comodidades básicas que la mayoría de la gente da por sentadas. Según la Alianza Nacional para Acabar con la Falta de Vivienda, en una noche cualquiera, más de 500.000 personas en Estados Unidos carecen de vivienda. La experiencia de vivir sin vivienda a menudo agrava los problemas de salud existentes y contribuye a la aparición de otros nuevos, especialmente los trastornos mentales y por consumo de sustancias.
La crisis de salud mental de las personas sin hogar
El aumento del número de personas sin hogar también ha provocado un solapamiento cada vez mayor con los trastornos de salud mental. Según la Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental, más de la mitad de los adultos que vivían en viviendas de apoyo permanente padecían un trastorno de salud mental o un trastorno concurrente de salud mental y consumo de sustancias (HUD, 2016). Además, las personas sin hogar corren un alto riesgo de sobredosis por consumo de drogas ilícitas (SAMHSA, 2020).
Trastornos por consumo de sustancias entre las personas sin hogar
Además de las enfermedades mentales, muchas personas sin hogar padecen trastornos por consumo de drogas, alcohol o ambos. La automedicación con estupefacientes ilegales y alcohol es habitual, sobre todo para quienes también padecen una enfermedad mental no tratada. La combinación agrava sus obstáculos para acceder a los programas de rehabilitación y a los recursos públicos.
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